Microcuento
(once oraciones)


La Mosca

© Andrés Díaz Marrero


Esa noche, ella lo vio abrir la alacena.

Entonces, voló por encima de la cabeza del hombre; para desde lo alto observar la malévola sonrisa que a él le lucía en el rostro al extraer el matamoscas que allí guardaba.

El hombre corrió tras ella abanicando el aire con golpes que tiraba hacia arriba, hacia abajo, a la derecha, a la izquierda, hacia todos lados.

Pero ella volando en hábil zig zag se le escapaba.

Tras una larga y agitada persecución, la mosca, sentíase tan y tan cansada que apenas podía volar; por lo que fue a pararse sobre la lámpara de la habitación.

El hombre se rió con una gran carcajada; midió bien la distancia; y descargó el golpe...

¡La pobre, apenas pudo escapar!

El azote fue a dar sobre el foco encendido, rompiéndolo.

La habitación quedó a oscuras.

Y como el hombre no tenía otro bombillo de reemplazo, la mosca supo que, esa noche, podría descansar tranquila.

Antes de dormirse la mosca susurró : -Bueno, ¡mañana será otro día...




©Andrés Díaz Marrero
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