(Diálogo para ser representado)


La mariposa y la flor
Andrés Díaz Marrero



Narrador:
Recién se había transformado de gusanito en mariposa. Extendió sus alas, todavía un poco húmedas, las abanicó al viento para terminar de secarlas y remontó vuelo hacia la flor. Desde allí se sintió dueña del paisaje. La fragancia de la flor y la suavidad de sus pétalos la hacían sentir muy feliz.

Flor:
Eres muy bella.

Mariposa:
Y tú eres tiernecita y perfumada.

Flor:
Ven, te invito a probar el dulzor de mi néctar. Lo he preparado especialmente para ti.

Mariposa:
¡Gracias!, ¡Mmmm!, es exquisito. Cuando era un gusanito te miraba desde abajo; contemplaba en silencio tu belleza y te admiraba. ¡Te admiraba tanto! Recuerdo que volteaba mi cabeza hacia el cielo y soñaba con elevarme del suelo y llegar hasta ti. Soñaba con volar, surcar el espacio..., para luego acercarme a tus pétalos y reposar en ellos. Y allí al sentir, de más cerca, la tibieza del sol sobre mi cuerpo, abrir plenamente mis alas temblorosas, para luego mirarme en el espejo de rocío que la madrugada bordó sobre tus hojas.

Flor:
Yo también pensaba en ti. A decir verdad, te esperaba; deseaba ver cerca de mí los hermosos colores que te visten. Esperaba las caricias de tus alas. Yo también fui pequeña y me sentí insignificante. Fui solamente un pequeño capullo, producto de un minúsculo granito de polen...

Mariposa:
(interrupiéndola) ¡Te amo!

Narrador:
La flor hizo silencio, abrió enamorada su corola y se dejó acariciar completamente... Y un rumoroso susurro de besos, pétalos y alas cubrió de armonía la mañana.





©Andrés Díaz Marrero
http://edulect.org